La nostalgia es un espejo que duplica lo vivido rescatando nuestros tiempos de las garras del olvido

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jueves, 18 de enero de 2018

Tardes de primavera

Y allí estaba ella, con su característica mirada vacía, perdida, como si estuviera cansada de esperar. Ahí estaba sentada tranquilamente sobre aquel pasto recién cortado, con su mirada perdida en aquel muro de ladrillos que poseía la osadía de separarla del mundo exterior y acortar su vista. Ahí tranquilamente, del otro lado de aquella pared, un árbol maduro florecía, como todos los años en primavera, con una desprolijidad que aquella joven agradecía, gracias a esa desprolijidad ella conseguía ver una rama de ese precioso árbol cuyo nombre ignoraba, gracias a esa desprolijidad su imaginación podía volar hacia donde quisiera teniendo como ancla esa rama. Esa tarde en particular su imaginación voló hacia donde hacía años no lo hacía, a aquel rincón obscuro que tantos medicamentos y doctores buscaron reprimir, su imaginación fue directo a desafiarlos. Ella pensó en la muerte, como si en flores lo hiciera, pensó que cada brote que caía de ese árbol era una persona que moría alrededor del extenso mundo, tenía sentido ya que caían diez o quince por segundo, pero de repente se detuvieron y por el lapso de aproximadamente quince minutos ni un solo brote cayó, entonces aquella muchacha notó que su imaginación se equivocó demasiado, pues a cada segundo mueren demasiadas personas. En cuanto llegó  a la cúspide de su decepción, se levantó del pasto decidida a volver a entrar,
al pararse recordó que más allá del muro había muchas más ramas, muchos más brotes cayendo a cada segundo, todos desde el mismo árbol. Y como por arte de magia aquel árbol se convirtió en una especie de árbol de la vida, se hizo poseedor de un fervor único y una frase acompañaría el recuerdo de la muchacha cada vez que su muerte viajara en las tardes de primavera. Por cada brote que cae uno nuevo nace, así son la vida y la muerte, tan distintas pero tan cercanas. Un a fina línea es lo único que las separa. En cuanto entró las personas que ahí se encontraban notaron que la mirada de esa chica, tan misteriosa, tan cerrada, tan tímida, ya no era la misma que antes de salir, ahora era fría pero poseía una chispa de esperanza, como si supiera que el camino correcto ya no está muy lejos. Y conocedora de esa mirada distinta que poseía , logró probar lo que se había cansado de decir: " No es malo pensar en la muerte, es solo otra manera de ver la realidad y vivir la vida, lo que para ustedes es tabú, a mí me ayudó reiteradas veces a encontrar el camino para seguir viviendo. Irónicamente, la muerte me acercó a la vida, mientras que esta solo se encargó de llevarme al borde de la muerte".

Daniela Arcaide, 1º 2º

miércoles, 3 de enero de 2018

La Sociedad... Capítulo I (segunda parte)

Cuando terminamos de comer mis papás se van a resolver algunos asuntos dejándonos a Drek y a mí solos.
-¿Quieres ir por un helado?
-Eso no se pregunta, voy a cambiarme y por mi celular, ya vuelvo -subo trotando las escaleras y me cambio rápidamente, me pongo unos vaqueros negros, una remera color rosa viejo y unas vans negras, tomo mi celular y bajo corriendo-. ¿Vamos?
-Vamos - Él también se cambió, lleva unos vaqueros negros y una camisa negra básica, obviamente con los tres primeros botones desprendidos.
-¿Por qué en coche? -La heladería está a solo cinco cuadras, siempre vamos caminando.
-Violetta quiere acompañarnos, vamos a buscarla y ya que vamos en el coche vamos a una heladería en el centro.
-Sabes, mejor me quedo, tengo tarea pendiente, quizás más tarde si termino voy por un helado -la novia de mi hermano no me cae mal, solo que odio que desde que están juntos la lleva hasta al baño con él. Hace más de tres meses que no salimos los dos solos, hasta cuando vamos a cenar con mis padres la estúpida esa viene como garrapata.
-Creí que ella te caía bien y que era tu amiga, ¿por qué últimamente solo la evitas?
-Me cae bien y es mi amiga, no la evito, solo tengo tarea que hacer.
-No, no la tienes, te conozco, hasta hace cinco minutos no la tenías, cuando dije que Violetta nos acompañaría mágicamente tienes tarea que hacer. Sé que en cuanto me vaya vas a ir sola a comprar helado y te vas a poner a ver una serie, así que, ¿qué pasa?
-¿En verdad quieres que te lo diga? -él asiente- Bien, ya no la soporto, no soporto que hace tres meses no podemos salir solos los dos sin que venga pegada como garrapata, ni siquiera cuando cenamos con mamá y papá falta ella. Sé que la quieres, pero todo tiene un límite y esta ya lo sobrepasó hace demasiado tiempo.
-No es verdad, es mi novia y solo quiere estar conmigo.
-Yo también tengo novio y no por eso cada vez que salimos viene como una garrapata.
-No viene porque no lo invitas o él no quiere venir.
-No confundas las cosas, no viene porque te respeta y respeta el espacio de cada persona, cuando lo invito no viene porque le parece incorrecto meterse en una salida de hermanos y cuando le informo que vamos a salir no me pregunta si puede venir, el problema con tu novia es que no tiene ni un gramo de respeto hacia mí o hacia nuestra relación.
-Ella sí la respeta y obviamente es incorrecto que si vamos a salir Dylan venga.
-¿Te estás escuchando? ¿No es correcto que que mi novio venga pero sí lo es venga tu novia?
-Yo ya soy grande.
-No tienes 20 años, tienes 16 y yo 14, las edades no difieren tanto- el móvil de mi hermano empieza a sonar, es Violetta.
-Sí, ya voy. Estoy saliendo de casa. Vele, yo también.
-Chau, no hagas esperar a la garrapata. Capaz que si tardas cinco minutos más va a creer que la estás engañando y montará una escena -entro a casa y voy directo a mi cuarto, cierro de un portazo y me acuesto en mi cama boca abajo.
Luego de un rato suspiró sonoramente y decido revisar mis redes sociales, no hay nada muy interesante, por lo que decido levantarme e ir por un helado. A la mitad de las escaleras mi teléfono suena, es una llamada.
-Hola.
-Hola, ¿qué haces?
-Nada muy interesante, estoy por ir a comprar un helado para ver una serie.
-¿No habías ido a tomar un helado con tu hermano?
-No, íbamos a ir, pero apareció la zorrapata.
-Ah, supongo que discutiste con tu hermano, ¿me equivoco?
-No, no lo haces. Le dije todo.
-¿Todo?
-Absolutamente.
-¿Y cómo reaccionó?
-De una manera muy Derek.
-Defendió a la zorropata antes que a ti, ¿verdad?
-Sep, oye, en serio quiero mi helado, pero no quiero ir sola, ¿me acompañas? -hago un puchero, aún sabiendo que no puede verme.
-Bueno, en cinco estoy en tu casa.
-Gracias, te quiero.
-Y yo a ti.
En cuanto corto la llamada me siento en el sillón a esperar a Dylan, sé que no va a tardar mucho, ventajas de que viva a solo tres cuadras de aquí. A los cinco minutos tocaron timbre y fui a abrir.
-¡Ya voy!- en cuanto abro la puerta la boca se me cae hasta el piso- ¿Qu-qué haces aquí?
-¿Me extrañaste? Porque yo a ti sí, y mucho -no puede ser.
Daniela Arcaide, 1º 2º

miércoles, 25 de octubre de 2017

La Sociedad... Capítulo I

-¡Becca! ¡Becca!, baja!
-¡Voy!- Bajo los escalones de dos en dos para llegar con rapidez a sus brazos- ¡Papá!-me lanzo a él y me hace dar vueltas en el aire.
-¿Cómo está la princesita de papá?
-Bien- le sonrío- ¿Cómo te fue?
-Bien, fue cansador, como todos los días, pero ya me acostumbré.
-¿A mí no me piensas saludar- cuestiona mi hermano mayor, todos los días es lo mismo, él junto a papá llegan, él del colegio, mi papá de su trabajo, yo me lanzo en brazos de papá y no recuerdo la presencia de mi hermano hasta que habla.
-Si te iba a saludar, pesado- le doy un abrazo y él me despeina-. Tonto -le pego en el brazo en broma.
-Tonta- responde de manera mucho más infantil que yo.
-No empiecen -es papá quien nos reta.
-Okay... -decimos al unísono y luego largamos una carcajada.
Vamos a comer en unos veinte minutos, Derek, ve a bañarte y Becca, tú haz lo que quieras.
-Ya no soy un bebé -mi hermano hace puchero, y después quiere que lo traten como adulto.
-No lo demuestras -me río.
-Cállate.
-No empiecen, tengo que contarles algo.
-¿Quep? -pregunto, espero que sea lo que pienso.
-Los tengo.
-Sií -hablo con mi hermano y nos tiramos sobre mi padre al mismo tiempo.
-¿Cuándo nos vamos? -pregunta Derek.
-Cuando entren en vacaciones de Navidad, como todos los años.
-¿Algún año nos vamos a perder al menos un día de clases?
-No, eres demasiado responsable, antes amabas la escuela.
-Sí, cuando no iba a la preparatoria.
- Porque sigues en secundaria, es demasiado fácil.
-Derek, no vas a faltar y punto. Ya dejen de pelear -mi mamá odia que discutamos aunque sea algo tan estúpido como ahora.
-¿Cuándo comemos? Tengo hambre -me quejo, yo estoy en casa hace una hora y quiero comer.
-Cuando tu hermano se bañe, hasta que no lo haga, no comemos.
-Derek, bañate, ¿sí?, por mí- hago ojitos a los que él nunca se resiste, peleamos todo el tiempo, pero somos súperunidos.
-Que conste que me baño por ti, ¿okay enana?
-Sip, te quiero -lo abrazo como si fuera la última vez.
-Yo también, enana -Sé que lo dice con cariño, pero odio que lo haga, sobre todo porque mido lo mismo que él y yo tengo dos años menos, él es el enano. Cuando cortamos el abrazo sube las escaleras directo a su cuarto. Yo lo sigo, solo que voy a mi habitación.

jueves, 21 de septiembre de 2017

La sociedad (Prólogo)

-¿Últimas palabras?-pregunto impaciente.
-¿Puedo llamar a mi hijo?-responde aguantando las lágrimas.
-Déjame pensarlo-hablo con una mueca al tiempo que muevo mi pistola de una mejilla a la otra simulando estar pensativa-. No- acabo mi oración con un tiro en la frente junto con una cara frívola que me acompaña cada vez que hago esto-. Emma- llamo a mi compañera o como la sociedad la llama, la "Segunda".
-¿Qu-qué?- tartamudea con lágrimas en los ojos, es lo mismo todas las veces.
-Llama a Derek, dile que la misión está completa- ella solo asiente y se va, a mitad de camino la detengo-. Ah, y Emma- se limita a dar media vuelta y observarme-, quita esa cara de perrito muerto que ni siquiera sabes cómo se llamaba, además estás en este mundo desde hace más años que yo, deberías estar acostumbrada a ver personas morir, incluso ya deberías ser tú quien las mate.
-No, no puedo. Lamento no ser tan insensible e inhumana como tú- responde con asco.
-Te equivocas, yo sí soy humana y sensible, solo lo soy con lo que tengo que serlo, este no es el caso- doy por cerrada la conversación.

jueves, 14 de septiembre de 2017

Hiere lo absoluto

Mirar por la ventana en un día lluvioso, sentarse a esperar y darse cuenta de lo mucho que hiere, notar cómo todo lo que en su momento dijiste, "no importa", "no me hiere en absoluto" hace un reflejo en ese vidrio empañado por el vapor de tu interior que intenta ganar temperatura, como ese vidrio a modo de pantalla que reproduce frente a tus ojos todos esos momentos, todas esas ocasiones sin piedad alguna, una y otra, y otra vez, hasta que pasa, lo consigue, ya no puedes más y te quiebras y lloras todo lo que no lloraste a su debido momento y ese reflejo de tu cara empapada en lágrimas eclipsadas por los recuerdos que se ven tan lejanos como una nube y hieren tanto como si estuvieras en ese preciso lugar en ese mismo instante, te demuestra lo débil que eres y a pesar de todos tus intentos de ser fuerte ante todos los demás al final del día eres tú y solo tú, débil, insegura, acomplejada, incapaz de ser feliz, eficiente en el cariño pero, por sobre todas las cosas, una máscara. Al final de cuentas, el que todos te crean demuestra lo buena actriz que puedes llegar a ser. Sin embargo, la tormenta acaba y tus lágrimas se agotan al ritmo en que esta disminuye. Cuando se acaba estás tan agotada, no física, sino emocionalmente, que te vas a la cama e intentas dormir, aunque no puedes hacerlo de verdad gracias a que tus demonios internos jamás descansarán, y al salir el sol te levantas, ensayas una sonrisa y sales como si nada hubiera pasado, como si la chica de la noche nunca hubiera estado y cada vez que te preguntan cómo estás, tu respuesta siempre va a ser un "estoy bien" demasiado falso, pero bien maquillado, ya que nadie lo cuestiona, nadie lo pone en duda, todos lo creen...

Daniela Arcaide, 1º 2º

sábado, 24 de junio de 2017

Heridas abiertas III



No es una antisocial cualquiera, está aquí para mostrar su lado más oscuro. Es un muro aunque todos la hieran, y no hay fieras o lamentos que detengan el futuro.

Lo juró, ella quiso ver el cielo pero el mundo toma en cuenta solo las caras de seda. Es más hija de la críticas de su infierno, y el invierno que la empaña forma su propia guerra.

No le aterra pensar en que mañana puede perder todo, si ha pasado más de un cuarto de vida en el lodo. Es distinta de todos modos, más de una herida la acompaña y no son las de sus codos.

Es traumante pasar por tantos actos, el asfalto es lo único que cambia su rutina. Estar en una pc es más que un salto y para dormir un poco más una dosis de morfina.

Y no hay rimas que explique lo que siente, extraña el momento en que se sentía feliz. Pero el mundo se torna impertinente cuando lo que ves al frente solo tiene color gris.

Daniela Arcaide, 1º 2º

sábado, 17 de junio de 2017

Heridas Abiertas II



Las metas se alcanzan con perseverancia, aunque cuesta demasiado estar solo en esas instancias. Sus padres no imaginan su sufrimiento, no quiere atemorizarlos al mostrar lo d dentro. Su tiempo se detiene, se agota o pasa lentamente, la voluntad le ha fallado en mucho más que tres intentos.

Su cuerpo jamás fue el que anhelaba, nadie la ayudaba, solo la criticaban. Ese punto donde no te reconoces a ti mismo, y el abismo se hace chico al tamaño de sus cortadas.

Ni hadas ni ángeles caídos, siente que no puede y todo yace perdido. Su trayecto es más ocre y retorcido que esta vida por la suerte o por el brillo en sus latidos, o al menos eso muestra en la superficie, solo basta un destino, que este venga y la asfixie.

Mira la ventana y sus días son grises, dibuja sus lesiones como escribiendo con lápices. No hay palio que la oculte y la evada, busca ayuda en lo que sea pues está desesperada. Sabemos que cuesta, sabemos que llora porque está cansada. Miramos la tristeza en su alma y su mirada.

Daniela Arcaide, 1º 2º

miércoles, 14 de junio de 2017

Heridas Abiertas I



Ella, bella cada día, se levanta. Maldice su maldición y todo lo que ha hecho, su alma es negra. Lleva a cuestas una inmensa mancha, ya le cuesta más su avance y los percances tocan el techo.

Es irónico. A sus 6 años agradecía la vida, ya son 15 y desde que los cumplió no quiere ni despertar. En sus cortes ve el alivio hacia su dolor, su salida, pero las espinas no le brindan lo que quiere y se va a hartar. Para qué abrir sus ojos si ella ya no quiere ver, las sonrisas son más falsas que un querer y no poder.

La sangre es la llama, es su flama y tiene sed, se recuesta en esa almohada mientras se ve enmudecer. No puede enfadarse cuando le faltan las fuerzas, no tiene más imagen que verse sin nada y muerta, el que no la entienda pase por la puerta. En un mundo cerrado existen heridas abiertas.


No existe nostalgia, solo rabia, pensamientos la recorren mientras más corre su sangre. Es inmadura pero con grandes dotes de sabia, no es un paria lo que lleva, pero sí un demonio errante.

Se cansa, pues no encuentra el motivo de su vida, camina perdida entre calles y avenidas. La música es su única amiga. No hay nadie para que le dé un empujón para seguir y perseguir lo que quiera. Esa sería su cura de confianza. Sin nadie más que ella, no ha pensado en una alianza.

(Continuará)

Daniela Arcaide, 1º 2º

lunes, 22 de mayo de 2017

Rostro III (Continuación)



Siento como poco a poco mi garganta se libera, no sé cómo, no sé de qué, solo sé que se libera haciendo un poco más audible mi quejido, rozando lo imperceptible.
Faltan unos pocos pasos para llegar pero algo toca mi hombro me volteo y no logro ver nada más, no me esmero en lograrlo, solo sigo, tengo terror a perder las voces, terror a que lo único que me guía se pierda, sigo y llego, llego al punto donde la luz me Cega por completo. Siento como comienzo a abrir mis ojos, mas no lo entiendo porque yo ya los tenía abiertos, la luz que me cegaba se convierte en un cuarto blanco, intento moverme y nuevamente no lo logro, intento gruñir pero no puedo hablar, no puedo hacer nada más que parpadear.

De repente volvió esa voz femenina que me guió, no sé de quién, no sé nada, ni siquiera sé quien soy…  

Daniela Arcaide, 1º 2º

domingo, 21 de mayo de 2017

Rostro II (Continuación)



De repente todo se vuelve negro, intento descifrar que fue eso, pero no lo consigo lo único que logro es repetir lo mismo que vi hace unos segundos una y otra vez, quiero abrir mis ojos pero no lo consigo, intento gritar, mas no lo logro. Batallo por mover mi cuerpo pero me es imposible, es como si alguien y a la vez nadie me impidiera cualquier tipo de movimiento, a lo lejos logro oír una voz, no se de quien, comienzo a seguirla luego de un tiempo, cuando mi cuerpo reacciona, con mucho esfuerzo esperando que no se deje de oír. Caminar es lo más fácil que encuentro, pero a la vez lo más complicado de realizar.

Cada vez es más sencillo hacerlo y cada vez puedo oír con más claridad esa voz, podría asegurar que es de una mujer. De repente una voz más se le une a la anterior, es más gruesa, más autoritaria, es de un hombre. Cada vez es más fácil oírlos, pero más complicado llegar, a lo lejos logro divisar una luz, en ese momento, se con certeza que estoy en una especie de túnel, la luz al final de este Cega cada vez más intensamente y las voces se hacen  más claras. Cuando la luz está a muy poco de cegarme por completo, paro, “camina con cautela”; pienso, si al final de esto hay voces quiere decir que también hay personas. Una voz dentro de mí repite una y otra y otra vez:


“No confíes en nadie, pero a la vez confía en todos”.

No sé lo que significa para mi cabeza, ni por qué solo sé que esta y que ahí va a estar siempre, lo presiento…

Retomo la tarea de caminar, pero esta vez con más cautela, a medida que avanzo menos dificultoso es moverme, más claras son las voces, menos pesados son mis párpados. Siento cómo poco a poco mi garganta se libera, no sé cómo, no sé de qué, lo único que sé es que se libera haciendo un poco audible mi quejido, pero rosando lo imperceptible. Faltan unos pocos pasos para llegar pero esta vez con cautela, a medida que avanzo menos dificultoso es moverme, más claras son las voces, menos pesados son mis ojos.